La búsqueda de Clara

08.10.2022

Tenía veinticuatro años y acababa de terminar la carrera. Estaba pasando el reconocimiento médico para hacer el servicio militar, cuando me fijé en que Clara, la enfermera de mediana edad que nos estaba tomando la tensión, iba preguntando a cada mozo la carrera que había estudiado. Cuando llegó mi turno, le dije muy orgulloso que era arquitecto. Torciendo el gesto sentenció que yo no le servía, que ella "buscaba un ingeniero para su hija. ¡Siguiente!".

No tenía ninguna pretensión de convertirme en el yerno de Clara pero aquel comentario me impactó. Una madre siempre busca lo mejor para sus hijos y mi profesión no lo era, o al menos no tanto como una ingeniería.

Hubo un gobierno que hizo un serio intento por resolver este asunto cuando propuso, en un borrador de Ley, que los ingenieros pudieran firmar proyectos residenciales. Liberalización del sector lo llamaban. Arquitecto o ingeniero, ya no habría diferencias. A Clara se le multiplicarían las opciones, pero esta chapuza rebosante de ignorancia no se tramitó.

Sin embargo, tengo la sensación de que mi profesión no ha hecho otra cosa que ingenieralizarse, introduciendo una cantidad ingente de cálculos ensimismados en el objeto a construir, que obvian muchas particularidades del lugar.

Los coeficientes, etiquetas, decibelios, kilovatios hora por metro cuadrado por año, están por encima de características no mesurables, como las vistas, la ventilación cruzada, la vegetación... Cumple, cumple, cumple, no cumple, pues que cumpla, firma. Es agotador, inabarcable e incontrolable.

Se nos exige proyectar, dirigir y certificar la construcción de 'coches homologados' de manera artesanal y por muchos cursos de formación que hagamos nos abocan al fracaso y posiblemente a la desaparición.

Todo nos lleva a ser más ingenieros en el proceso constructivo. Industrializar puede ser la única salida ante este nivel de exigencia desmesurado con los estudios pequeños, con los directores de ejecución de obra y con las constructoras tradicionales. Fabricar en taller y montar. Lo que antes era una opción se convierte en una necesidad para poder asumir las tremendas responsabilidades inherentes a todas las normas a aplicar.

Hoy le contestaría a Clara que soy ingeniero y ella me diría que no le sirvo, que ella "busca para su hija un licenciado en Big Data. ¡Siguiente!".


Jesús Ángel Izquierdo Gómez

Arquitecto