Paisaje y Turismo

Viviendo en Lanzarote puedo haber perdido la frescura de la primera impresión, de esa imagen que se fija al visitar por primera vez la isla. Lo cotidiano te distrae de la esencia, pero nunca te desconecta del todo porque te envuelve y siempre está presente. La esencia de Lanzarote es su paisaje, es su reclamo internacional y hay que preservarlo.

El paisaje natural, protegido e inviolable de Timanfaya convive con el paisaje transformado por el ser humano de La Geria. Ambos son seña de identidad de Lanzarote pero el segundo surge de una necesidad del ser humano, consiguiendo un resultado paisajístico integrador entre una actividad económica y un espacio natural.

Una simbiosis parecida debería propiciarse con el turismo, dando respuesta a la masiva afluencia de visitantes y su influencia en el territorio desde una óptica insular. No se trata de usarlo como pretexto para permitir cualquier intervención ni lo contrario. Se trata de adaptar la isla a una realidad que supera ampliamente los documentos de planeamiento existentes.

De manera ingenua, podríamos enredarnos en limitar las plazas alojativas, cuando la realidad es que se sobrepasa esa capacidad por los mismos establecimientos y más aún sumando las plazas en viviendas vacacionales. La cuestión se vuelve kafkiana cuando la Ley Turística da más plazas alojativas como principal incentivo a la renovación de alojamientos. Se ha puesto el foco sólo en el alojamiento y no en el territorio. Posiblemente la estrategia de los Centros de Arte, Cultura y Turismo (1) del Cabildo impulsados por César Manrique fue lo último que se hizo.

¿Por qué no se plantean infraestructuras insulares integradas en el paisaje que den respuesta a los nuevos tipos de turismo? Por ejemplo, para el turista que viene a hacer deporte. Cada vez vienen más y llevan años montando en bicicleta por carreteras sin arcén, volando en ala delta en zonas sin balizar o haciendo senderismo por caminos insuficientemente señalizados. Se promueve la idoneidad de Lanzarote como destino deportivo (2), con multitud de eventos que entorpecen la vida cotidiana, pero somos deficitarios en infraestructuras para la práctica cotidiana y segura del turismo deportivo.

En abril de 1995 (3) se publicó en el boletín oficial de Canarias la información pública de la aprobación inicial de un Plan Especial de Vuelo Libre en Lanzarote (pionero en España) que fue un primer intento de ordenar en un documento de planeamiento insular una demanda turística más allá del alojamiento. No llegó a desarrollarse.

Culminar este tipo de planes aportaría seguridad e información al turista y pueden estar perfectamente integrados en el territorio conejero, promoviendo el desarrollo de zonas menos accesibles y el conocimiento más profundo de nuestra isla. La Arquitectura del Paisaje que avanzó César Manrique en los Centros Turísticos, puede dar respuesta adecuada a estos nuevos retos y hacer que Lanzarote consiga atraer al verdadero "turismo de calidad" (4) que no es necesariamente el que se aloja en un hotel de 5 estrellas, sino el que más respeta el lugar, su esencia, su paisaje.